Yo corría desesperado por los pasillos de la villa, hasta que me encontré encerrado por un murallón, las ideas, y los sentimientos se retuercen en incoherencias, solo respiras pequeños hilos de aire, para poder seguir corriendo.
Salté el murallón dejando mi revolver con las cargas vacías atrás.
Cuando ser un prófugo se instala en tu vida como pestañear, uno aprende a dónde saltar.
No sólo salte el murallón y logré escapar, sino que, por la noche me escondí en un boliche, el salón de los sabandijas descarriados, también salté, al círculo de los rompecorazones que se forma en una discoteca.
Termine riéndome en la oscuridad con una chica, luego, viéndola bailar sobre una mesa, mis ideas empezaron a cobrar coherencia y forma.
No hay nada que decir cuando vienen los tiempos duros, los tenés que vivir como la antesala de la felicidad, nada es sublime, nada se enaltece en la existencia humana, cuando perdés el control. Los prófugos siempre fueron como grandes héroes, anónimos para mí, lo fueron hasta que me convertí en uno de ellos.
Comenté esto a todo el mundo esa noche, pero, a nadie le importó nada, mucho menos ,supongo, a los policías que me persiguieron, las sirenas, el cerrojo, todas las marrocas del mundo detrás de mí. Me imaginé a los policías, sosteniendo las esposas abiertas, hambrientas, pero éstas nacieron así, abiertas con la forma de pensar de la gente, así que, no condené a nadie por su desinterés, ni a mí mismo por ser un prófugo.
Una tarde, a los pocos días arroje, entupidamente una botella de cerveza en una plaza, unos policías, cuatro en total corrieron detrás de mí, el frenesí de la adrenalina llega a la mente, y las ideas se desdibujan, un prófugo no puede ni siquiera ver, queda uno semiciego intentando escapar, por suerte lo hice.
Por la noche llegué al boliche, a ver a mi choca baila y blah , blah, blah, es muy desesperante vivir en un boliche como si fuera el living de tu casa, no poder disfrutar de la paz de un hogar dulce hogar.¿ Cómo tener una casa cuando uno no puede mostrar su documento para alquilar aunque sea la más rasposa y húmeda habitación?, las ideas cobraron forma nuevamente esa noche.
No elijas caminar por tu jardín recolectando rosas negras por el resto de tus días, como un tonto que paga su condena; perderte del banquete pordiosero de seguir corriendo, huyendo de la ley. Aprendete la lección de juego, es fácil, simple, sólo te queda gritar para recobrar la conciencia y poder escapar.
No hay culpa, no hay remordimiento, no hay piedad, solamente acostumbrarse al cambio de pies, como una serpiente, y ser infiel con una lengua elegante pero vívida.
Yo no comenté mas nada en la noche, solo vi bailar a mi choca sobre un mesa.
lunes, 22 de marzo de 2010
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