Párpados
Yo tengo dos ojos como casi todo el mundo, bastante se ha hablado de ellos en mi vida. En los párpados de mis ojos, se encuentran dos bolsas de lágrimas contenidas desde hace años, nunca supe porqué se produjo ese efecto, los años pasaron tratando de desarmar mi flagelo.
Durante muchos años les he aplicado frío en cubos de hielo, hasta fabriqué unas cubeteritas con las formas de las cuencas de mis ojos; pero fue inútil.
Yo comencé a aplicarles calor como por accidente, un día, calentando un poco de agua, se me calentaron las manos, y al posarlas sobre las insufribles lágrimas tuve una leve mejoría; pero siguen ahí. El origen de esta desgracia sigue ahí también, dando vueltas por el aire, y no lo puedo encontrar.
Yo recurrí a terapia y a químicos, legales e ilegales, ¡todo fue inútil!
A veces es predecible el movimiento de estas lágrimas, entonces recurro a la hornalla más cercana; pero con los años adquirieron vida propia. Las lágrimas disparan un intermitente dolor en el pecho, siendo insuficiente el calor y el frío, también la terapia o los químicos.
Esta vez encuentro una gran verdad, sin embargo el camino me ha llevado a tomar decisiones arriesgadas, hasta meterme en una gran desventura para poder terminar llorando. A su vez, estas desventuras han logrado que las lágrimas sólo se estanquen solidificándose como cemento.
Yo con el tiempo busqué y busqué, nadando en mis ideas, un camino completamente exitoso. Encontrándome sin salida calentando mis manos en la hornalla, llegué a la conclusión de que hoy no voy encontrar el llanto o la salida, si mañana y, así vivo los días, por suerte esperando el mañana.
Por fin con el correr de los años descubrí que, estas contenidas y torturantes lágrimas contenidas, son el resultado directo de la incertidumbre por el pasado muy pecaminoso y sus consecuencias futuras desgarradoras. Todo este flagelo se construye a partir de las suposiciones que genera la incertidumbre. Logré destruirlas, producto de las suposiciones y todo ese laberinto.
Pero las lágrimas siguen ahí, punzantes. Esperando a la menor de las suposiciones y errores para volver a ser corrosivas con el destino que uno siempre trata de evadir.
Así y todo, yo tengo la más importante de las armas, la esperanza y la paciencia, todo esto conjugado suele ser el mejor de los antídotos ante la más grande de las barbaries, mis pulsiones de destrucción.
lunes, 22 de marzo de 2010
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