Yo viajaba en una camioneta con rumbo a la cosecha, a trabajar en la misma, entonces vi una plantación de girasoles oh! Que hermosos girasoles, transmitían mirando al sol un poco indistintamente un clima festivo, parecían bailar un alegre vals al mecerse con el viento, poseían unos colores que te impulsaban a aplaudir.
Oh! , que bellos son los valses de los girasoles. Yo llegue a la cosecha de la naranja y me enamore de las naranjas!. Que eran color naranja furioso, brillante, un naranja casi flúor, no esas despreciables naranjitas que piden piedad. Estas no solo eran exageradamente grandes sino que tenían un gusto muy dulce y balanceado. Son naranjas de exportación, te hacían sentir un privilegiado al saborearles.
Había unos caballos galopando, que hermosos caballos tobianos, con ese pelaje que, sorprende por su brillo, trasmitían una gran libertad al verlos galopar. Hacia la famosa tierra adentro. Daba ganas de no volver a la civilización, como dicen todos los pueblerinos. Yo subí a la camioneta y, regresando a casa que ya era de noche, mis hermosos girasoles estaban cabizbajos, tristes, algunos entrelazados entre sí, parecían monjes confesando sus pecados, trasmitían tanta tristeza, hasta encontrar el sol de la mañana. Dos girasoles entrelazados parecían llorar; pero comprenderse.
Por la noche con mi hermano fuimos a dar una vuelta por los ranchitos de los barrios bajos, encontrando una luna en cuarto menguante, la luz se reflejaba sobre las casitas haciendo que brillaran. Por la mañana salí a caminar por el basto y verde campo y , de una gran polvareda, salió una camioneta del medio, pero nunca vi en mi vida una polvareda tan exacta para hacer un marco, es el marco perfecto para salir por el medio e irrumpir como un ángel o trasmitir eso.
En busca de más me fui a la costa, y el agua era de un marrón vertiginoso, el muy embravecido oleaje, parecía fauces que se iban a tragar los botes precarios de los isleños. Pero éstos llegaban y parecían acrobáticas medias nueces flotando.
Las florcitas silvestres de colores varios y luminosos, parecían los ojos de las chicas enamoradas. Con la brisa parpadeaban soñando con besos, y los islotes con las anguilas a su alrededor :un luminoso pelo.
lunes, 22 de marzo de 2010
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