pabellón 3

este es el blog de Alex Giambisi, un joven anarquista internado en el neuropsiquiatrico Borda, participa en el taller de letras del frente de artistas del borda, y yo me ofrecí a armarle este blog con el fin de poder trasmitir, exponer y compartir sus escritos, ya que él no dispone de los medios y se encuentra encerrado en el pabellón 3. mi mayor deseo de que sus alaridos traspasen los pasillos del borda y lleguen a muchos otros, para que quizá ,también, pongan en duda la estigmatización de la locura y se limen las asperezas de las instituciones de encierro cotidianas donde se condena la diferencia.
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En mi cama, esperando por el doctor y la aguja, una tos me está llamando, un quejido nace mientras veo una nube de humo. Todos en la cama durmiendo, uno al lado del otro, parecen inofensivos capullos de algodón.

La hermana violencia y el frenesí se convierten en el mejor sueño inalcanzable, con su largo, largo cabello rubio y sus azules, azules ojos no me dejan dormir de noche; y los capullos se quejan y roncan sin saber que el piso es un chiquero.

El sol entra por la ventana amenazante, prometiendo la más maravillosa aventura; el renacer que, se derrite por las rejas químicas, también como un lobo hambriento, descubro todas las mañanas que el buzón conmigo dentro sigue siendo el mismo.

Me arden las botas con cordones rojos, hermana violencia no te puedo olvidar, tan elegante te ves, fumando un cigarrillo. El lunático camina ida y vuelta el pasillo, tambaleante, como una vieja prostituta dándole color a la soledad.

Yo extraño el revólver entre mis manos sudorosas; por suerte, los pacientes, mis capullos de algodón, le encuentran sentido a todas mis palabras, volviéndome grandiosamente seductor.

Pensando en los buenos tiempos, en las noches de fantasía, espero el alarido rebelde de todos los que están dormidos; pero, la rueda de la miseria nos captura, y empieza la danza macabra de todos los días con, su filosa espada que se llama: incomprensión.

En un cuadro con la puerta como marco, se ve a un paciente en silla de ruedas, ansioso, temblor en las manos, como si estuviera recibiendo un shock en la silla eléctrica; los dos, extrañamos a nuestra hermana violencia con su largo pelo lacio y rubio; elegante se ve fumando un cigarrillo.

Los capullos de algodón se despiertan, se levantan desperezándose y quejándose, cada uno de forma diferente, y así, con ese singular lenguaje, lo hace notar uno a otro el mismo dolor, la claustrofobia.

He sido una estrella, una estrella muy pequeña; pero estrella al fin, haciendo y deshaciendo la ley corriendo como un zorro, cansando a los caballos de los cazadores que entraban en frío y miedo. Y! los cazadores?, por más de un segundo pensaron que no me iban a poder atrapar.

En medio de una fuga, prófugo, escapándome: he reído en medio del desierto con éxtasis y felicidad única, tomando distancia de policías que llegaron a sentirse como perros callejeros con hambre. He llevado a sus almas a convertirse en eternos vagabundos.

Los pacientes, mis capullos de algodón, hacen fila para tomar la medicación; para, participar de una batería de pastillas que hacen del destino un barrilete.

No hay verdad ni historia que contar, porque, la transparencia no existe. A todo este delirio, los armarios parecen ataúdes, los únicos testigos que encerraron por un siglo o más, la mejor de las creatividades y, el amor inconcluso, la peor catacumba.

Perdóname hermana violencia, tan elegante; azules ojos caminando desnuda cigarrillo en mano, perdóname por no resistir, por ser resignado ante la aguja; hoy estoy para tu largo pelo lacio y rubio inofensivo, fuera de control, traicionándote.

Si no queda claro estamos hablando de patología y, pedagogía conjugadas en un laberinto mortal para lo primero. ¿Dónde está el estado para abordar el problema? ¿Dónde está el dinero para los contribuyentes?

La terapia es más lenta que los traumas psiquiátricos generados por: las dosis de drogas y el alcoholismo.

La sociedad está perdiendo en la carrera a favor de la salud mental.
¿Dónde está mi rehabilitación y, mi reinserción social? ¿Puede ser que la única profilaxis sea, aislación atado a una cama, y un tranquilizante inyectable?































lunes, 22 de marzo de 2010

Párpados

Yo tengo dos ojos como casi todo el mundo, bastante se ha hablado de ellos en mi vida. En los párpados de mis ojos, se encuentran dos bolsas de lágrimas contenidas desde hace años, nunca supe porqué se produjo ese efecto, los años pasaron tratando de desarmar mi flagelo.
Durante muchos años les he aplicado frío en cubos de hielo, hasta fabriqué unas cubeteritas con las formas de las cuencas de mis ojos; pero fue inútil.
Yo comencé a aplicarles calor como por accidente, un día, calentando un poco de agua, se me calentaron las manos, y al posarlas sobre las insufribles lágrimas tuve una leve mejoría; pero siguen ahí. El origen de esta desgracia sigue ahí también, dando vueltas por el aire, y no lo puedo encontrar.
Yo recurrí a terapia y a químicos, legales e ilegales, ¡todo fue inútil!
A veces es predecible el movimiento de estas lágrimas, entonces recurro a la hornalla más cercana; pero con los años adquirieron vida propia. Las lágrimas disparan un intermitente dolor en el pecho, siendo insuficiente el calor y el frío, también la terapia o los químicos.
Esta vez encuentro una gran verdad, sin embargo el camino me ha llevado a tomar decisiones arriesgadas, hasta meterme en una gran desventura para poder terminar llorando. A su vez, estas desventuras han logrado que las lágrimas sólo se estanquen solidificándose como cemento.
Yo con el tiempo busqué y busqué, nadando en mis ideas, un camino completamente exitoso. Encontrándome sin salida calentando mis manos en la hornalla, llegué a la conclusión de que hoy no voy encontrar el llanto o la salida, si mañana y, así vivo los días, por suerte esperando el mañana.
Por fin con el correr de los años descubrí que, estas contenidas y torturantes lágrimas contenidas, son el resultado directo de la incertidumbre por el pasado muy pecaminoso y sus consecuencias futuras desgarradoras. Todo este flagelo se construye a partir de las suposiciones que genera la incertidumbre. Logré destruirlas, producto de las suposiciones y todo ese laberinto.
Pero las lágrimas siguen ahí, punzantes. Esperando a la menor de las suposiciones y errores para volver a ser corrosivas con el destino que uno siempre trata de evadir.
Así y todo, yo tengo la más importante de las armas, la esperanza y la paciencia, todo esto conjugado suele ser el mejor de los antídotos ante la más grande de las barbaries, mis pulsiones de destrucción.
Sun, sunny face

Ayer los llamaban: manicomios, loqueros, cotolengos; hoy, se los llama intelectualmente, elegantemente: institutos neuropsiquiátrico; pero, los que estamos adentro seguimos siendo los mismos y se nos trata igual o peor.

Solo somos un número en una carpeta, con un diagnóstico erróneo y le cambian el cartel a la puerta del hospital, solo para aliviarle el dolor a los que están afuera.
Acá te van unos autobiográficos, espero que los disfrutes con todos los: radiototalnormales y, gracias por darte cuenta de nosotros y nuestras fragilidades.

Los siete magníficos

Después de dos años de encierro, decidí, volver al underground, y ser como siempre un renombrado de la escena, así que me fui a la afamada plaza del ministerio de educación y, ahí los vi, filósofos y prófugos de sus hogares, ni hablar de la policía.
Estos siete alternativos grunge, punk, Blogger, para definirlos de alguna manera, estaban tirados en el piso, esbozando pequeñas risitas cómplices. La droga pasaba de mano en mano lentamente, y miraban sus ojos para ver quien estaba más elevado en el menester de tomar Popper y pegamento.
- si escuchas una sirena, pensá solo que es una ambulancia, y todo va a salir bien.
Nada es para siempre y toda persona es importante, pero Vos no, él no, el otro tampoco, el día que entiendas eso, todo te va a ir mejor. Aparte Alex, vos ya viviste- siempre decía Shaggy.
-eh, es la vida de los ricos, y hoy comemos, somos felices. Dos prostitutas, un chongo y una bolsa de merca ¡fiesta loca y ritmo de la noche!- consideraba Federico.
- la gente es como una bombillita de luz, hay que esconderla para saber de que color se va a poner. Yo soy el mejor encendedor del mundo!- dijo Guido.
- heavy metal, whisky, y a mi se me respeta!- aseguraba Martín la muerte.
-sos un pony o sos un top, nada mas pony!- decía el Yankee afeminadamente. Para él todo se dividía en un éxito o un fracaso.
-¿Qué momento? ¿no?- lanzaba siempre Tobo, el novio del Yankke. Para él todo era como demasiado fugaz hasta que se emocionaba, y largaba su muletilla. ¿Qué momento?¿no?
-el hombre y la vejez, el hombre y el amor, el hombre y el rock, el hombre que vivía detrás de las rejas, el hombre y la agitación, el hombre y el hombre- siempre soltaba como cierre de discusiones varias Alejo el bello.
El frío, el hambre y la lluvia los estaba destrozando con el correr de los días en la calle.
Sus coloridas ropas poseían grandes manchas grises y yo no tuve otra que tomar una casa. Todas las tribus venían a ver nuestra mansión de catorce habitaciones, y su hermoso patio.
Martín la muerte hacía los mandados, Guido conseguía el dinero, Shaggy era el encargado de los alucinógenos, el Yankke nos hacía entrar gratis a los recitales cuelgues, Alejo el bello conseguía las chicas. Todos nos besuqueábamos sus descartes. Tobo nos traía la ropa, y yo los defendía de posibles invasores a todos. Los demás eran puras larvas o amebas.
Vivimos felices por mas de un año, hasta que el desalojo nos arruinó.
Yo siempre les tiraba enojado en la cara. Los siete magníficos me llamaban papá, agachando la cabeza y, arrepintiéndose de lo sucedido. Mientras Federico cronometraba todos nuestros movimientos con su reloj, para asaltar una joyería, él, siempre era el reloj de todas las actividades criminales de mis queridos siete magníficos.

El tigre en la Mákina

Era el único que caminaba por el santuario, lleno de estatuas y velas robadas, las estatuas más feas eran santos, y, las otras demoños; había lápidas, crucifijos, payasos de juguetes y unos espejos de madera con marcos coloniales.

Ellos solían llamarse: papá, Daddy stoned!, yo, los llamaba: mis hijos de la calle, los inkietos, sentados sobre colchones sucios siempre, rodeados de ratas. Nos las pasábamos horas y horas mirando lo que hacían y deshacían nuestras amadísimas ratas, y las admirábamos para escapar de nuestra sentencia de muerte a los palazos limpios.
Yo caminaba solo, desesperanzado, de vez en cuando golpeaba mi bastón sobre el piso dando una risotada maléfica, para que pensaran que estaba tramando algún atentado contra el fascismo neonazi moderno; los inkietos, me observaban tratando de inspirarse a pesar de la resaca, el viento, y el frío que congelaba hasta sus sueños de libertad.
Un ruido se escuchó desde el pasillo de la casa abandonada, luego se escucharon pasos y todos nos pusimos alerta, y yo, mire por la puerta rota del corredor que conducía desde la entrada de la casa, hasta el patio santuario. Me encantaba simular ser un pirata viejo, sabio, borracho, que sabía navegar por las tormentas de la tristeza saliendo ileso y a los inkietos les encanta ser mi tripulación.
Lo primero que se vio, fueron unas largas rastas rubias, luego logre ver unos ojos verdes parpadeando, eran como esmeraldas a la luz de las velas. Ella sonrío al verme, dientes agresivos como lobo, intrigantes, muy tentadores para mi gusto; estiró sus brazos olvidándose del miedo que la descorazonaba, y siguió sonriendo hasta cruzar la puerta y abrazarme.
- ¡esta noche quiero ser un lucero! Aseguro Delfina, y los Inkietos aplaudieron tibiamente-, no te copies Carrington, ¿eh?, y eso, siempre se me copia!
- -esta noche-les dije-, banquet de pordioseros, y carroza de los tontos!
Los dos subimos las escaleras hasta llegar a mi habitación de la mano, mi Pandora llena de dread look’s se puso a jugar a la tabla ouija, y con una copa comenzó a invocar espíritus. Yo me dí cuenta de que Delfina estaba escuchando voces, tenía delirios místicos, y, enceguecida hablaba sola leyendo un oráculo satánico incoherente.
Tomé mi revolver, hice unos malabares, malabares y malabares, y, lo deposité cuidadosamente sobre la tabla ouija de mármol, apostando a la gran ruleta de los deseos.
Desde ahora no te vas a llamar más Carrington-consideró Delfina apuntándome con el revolver en medio de los ojos-, te voy a llamar: El Tigre de la Makina.
-Es un buen sueño dije yo ,disfrutando de las armas japonesas colgadas sobre las paredes-, nada mejor que la mala reputación para cuidarte, jap!.
- me gustaría asesinar a alguien para sacarme toda la bronca mirando como chorrea la sangre- consideró Delfina poniendo el dedo en el gatillo, presionando, haciendo que el martillo del revolver, se moviese hacia atrás tibiamente y, así siguió frunciendo el ceño, con esos ojos arios inyectados en rabia, sin dejar de mover su maraña de rastas rubias, tratando de aprender una pose nueva, moviéndose como una modelo seductora y peligrosa- ¿y ahora? ¡te bardeo todo! ¿eh?
-a la gente no se la mata- le dije indignado- ¿tal vez se le roba? ¿tal vez se la estafe?; pero a la gente no se la mata, eso, no es un sueño!- aventuré yo, y le arrebaté el revolver de las manos enojado seriamente. -, grrr!off!
Delfina se agarró el pecho, casi se puso a llorar, y luego movió sus manos con marcado desprecio. Fue la primera vez que le destrozaba un sueño a mi Pandora punx, éramos tan felices, lo que más nos gustaba era reírnos de nuestras conversaciones de locos y, soñar despiertos. Creo que envejecí…
Envejecí tan joven dentro del alma de Delfina y, todavía no me lo pude perdonar.
Todos los inkietos nos juntamos en mi habitación, disfrutando del calor de la estufa a leña y de la luz de las velas, comimos, bebimos, soñamos con reventar a un facho con las armas japonesas en nuestras manos; por primera vez estábamos todos tranquilos, nos sentíamos acompañados; éramos una familia feliz donde, hablar y delirar no era visto como pecado.

Se escucharon unos golpes en la puerta hasta que se rompió, después se abrió bruscamente, el estruendo nos asustó y aparecieron tres policías de brigada vestidos en camperas de cuero negro.
-¡quédense quietos y arrojen las armas!
Nos pusieron a todos contra la pared, nos registraron rápidamente y, nos seguían apuntando con sus pistolas reglamentarias que brillaban a la luz de las velas.
-quedas detenido “trapo”, tenés pedido de captura, de paradero por tu papá- aseguró el poli y, todos los inkietos estaban prófugos de sus hogares por drogadictos-, tenés que acompañarnos a la seccional.
El policía les pegó un cachetazo, los esposó, y se los llevaron a los arrastrotes a la patrulla.
Así termino el sueño de los 7 magníficos, era un sueño tan joven, la clase de anhelo que nace solo, y se puede disfrutar espontáneamente en conjunto, fue peor que ver apagarse a una estrella de rock.

Yo envejecí, envejecí tan joven por haberlos perdido, la casa, el reconocimiento, la alegría rebelde que, necesito un ejercito de bastones para poder caminar; Delfina con el tiempo creció, se convirtió en una amazona, hoy es una mañana casada con una hija hermosa, es más grande que un titán a la hora de las responsabilidades con su marido pero, nunca voy a poder olvidar su cara maléfica, sus impulsos de autodestrucción y sus susurros en la oscuridad.

La boca del dragón

Si hay dos personas en el mundo a las cuales adorábamos como dioses ,paganamente hablando, eran mis tíos abuelos.
Tío Macho, era extremadamente fuerte, una leyenda, podía levantar una bolsa de maíz con su mano, otra suspendida en su otra mano, y lo más sorprenderte era una tercera bolsa que agarraba con sus dientes. Tío Perico criaba gallos de riña, era el mejor del mundo y todo el pueblo venía a pedirle consejos.
Tío Macho y Tío Perico, lamentablemente, estaban peleados entre sí, desde hacía más de 5 años. Triste, pero no se hablaban.
Sus ranchos estaban separados por no mas de 20 metros de distancia, y era muy incómodo irlos a visitar. Nos la pasábamos como 20 minutos discutiendo si habíamos entrado a la casa de uno u otro el domingo pasado. Mi familia debía entrar un día a cada casa por igual, para que no sintieran preferencias o celos ninguno de los dos. El encargado de la tares era yo, pero casi siempre me olvidaba, así que cortaba la discusión mintiendo.
Ese día, entramos a lo de Perico primero, para mí, lo mismo daba. Los dos tíos semidioses compartían un aljibe en el medio. Entre casa y casa, el tubo que llegaba hasta la nata de agua, estaba fabricado en ladrillos, y lo más impactante eran las ramas, hojas y flores rojas que salían y se extendían a través de todo el tubo.
Mi hermano menor Efraín y yo, le llamábamos la boca del dragón, realmente parecía eso.
Yo tomé fuertemente la soga del balde, Efraín puso su pie adentro y, lo deslicé hasta el fondo del aljibe ,a través de la boca del dragón. Luego lo subí; no hubo tiempo para que yo pudiera descender hasta la napa. Mi hermanito todo mojada, me contó durante la semana los pormenores del flash de haber bajado, mientras yo me moría de envidia.
Mis tíos abuelos fallecieron ,como todo el mundo, todavía es muy triste ver el aljibe, la boca del dragón cerrada, tapada por una espera masa de cemento; cuando paso por ahí es inevitable dejar de ver la boca, supongo que algún día Efraín y yo vamos a destaparla, así yo puedo conocer el interior intrincado, bueno, otra vez ¡ la unión hace a la fuerza! Y esto nos regala un montón de dragones.

Cremas

Lugano esta lleno de edificios, uno al lado del otro forman filas de indescriptible belleza, es una gran metrópolis que desemboca en el autodromo. Luisito era el profesor de música conocido por todo el barrio, también era ciego.
Por cada edificio había una pandilla que, por esos años, se las llamaban cremas y estas cremas tenían por costumbre drogarse hasta quedar tirados en el piso, o en las escaleras, cuando uno subía a su casa a censor roto.

Paraba en el barrio de Flores y una noche cuando bajé del colectivo, una de las cremas estaba asaltando a Luisito ,puñales en mano.
- sabes lo que pasa, nos queremos tomar una cerveza- dijo uno de los pandilleros y le sacaron su flauta traversa.

Yo no pude hacer nada, Luisito tampoco, pero me puse a hablar con él, y llegamos a la conclusión de que yo era testigo, Luis podía reconocer las voces .
El profesor de música tenía oído absoluto, pero la conclusión más triste fue que la denuncia traería serias represarías por parte de las cremas.
Nunca me voy a olvidar de la cara de Luis en el asalto, mucho menos de la expresión. Parecía que podía ver o mirar mejor que cualquiera, atinó a resoplar un poco resignado.
Este pequeño hecho por primera vez, marcó para mí, y a la vista, el comienzo de una generación de ladrones sin código. La sensación de impotencia se repite cada vez que escucho una flauta traversa.
Escribo sobre esto querido lector desconocido, porque lo recuerdo como el hecho más bajo de la cuadra. En todos los otros delitos, por lo menos, había una “casi igualdad” de condiciones, hasta un revólver para responder de parte de los damnificados.

Brillitos y Estrellitas

No es lo que necesitan pero es lo único que desean: un mundo lleno de colores, sobredosis de colores y ternura…
Sorprenderse con la verdad se vuelve un hobbie, ser militante de algún partido político es un pecado, el mejor amigo del adolescente: la computadora. Yo escucho atentamente. “mi mamá y mi papá están pasados de moda”, dice un adolescente elegido al azar.
Ellos solamente quieren escuchar guitarrazos, crudos guitarrazos y baterías aceleradas para darse patadas, trompadas y empujones en el medio de la pista. Entonces aparece la droga y juegan a ver quien ingiere la mayor cantidad, el comentario del día. Se tiñen el pelo, como si estuvieran liderando una revolución armada, en contra de la república. La vejez es vista como vivir en una celda que se está prendiendo fuego, el dolor los inunda, volviéndose una bandera que justifica cualquier mala diversión.
Comen comida chatarra y golosinas, porque vale más ser un flaco mediocre que un gordito talentoso. Esperar es imposible, todo rápido, todo ahora. La paciencia solo tiene lugar en la tribu o en la pandilla enemiga y salen todos los días a asesinar sus ansias, comprando ropa de colores, corriendo por la galería, cuantos más colores mejor, como una mejor anestesia. Vuelve el deseo inconcluso y terminan dormitando en posición fetal en la cama de su dormitorio, mirando la remera de su banda favorita, como si fuera la única alternativa de coherencia. Y vuelvo a escuchar atentamente:
“Mi hermano menor esta tomando drogas duras, drogas de diseño, haciéndome quedar como un pony. Tengo q inventar algo para ser la reina de la galería.” Entonces aparece la oruga.
Y! todo lo más sórdido, la peor de las penas, hasta la basura de las calles, te parece una obra de arte, mejor que un clásico. Realmente uno aprende lo que es disfrutar de algo latiendo, mientras transita la más mugrosa e indeseable de las calles, solo, abatido por la hostilidad pero, libre.

Plaza

Yo me había quedado en la calle, otra vez, o puedo decir: ahí vienen el frío , la mugre en la ropa, el desempleo y el hambre con las tortuosas horas de soledad.
Fue una tarde donde me puse a fumar marihuana; la incertidumbre realmente te mata, y unos vándalos se me acercaron, yo terminé fumando pasta base con ellos y me hice amigote de santiago.
En el parque centenario hay una fuente de agua muerta y un cuadrado de adoquines que es su tanque, no es mas grande que la cucha de un perro, así que dormí ahí, éramos como cinco muchachotes fumando y durmiendo.
La mañana estaba calurosa, raramente, y nos acercamos a una camioneta con acoplado.
Santiago abrió la lona y rápidamente sacamos el cricket, la rueda de auxilio, una caja de herramientas que me toco a mí, y las balizas. Caminamos todos como por un bosque riéndonos, parecíamos chicos inocentes de jardín de infantes jugando con la rueda de auxilio. Clásico de la calle, cambiamos todo por droguitas.
Los dos llegamos a una pescadería, y mientras sosteniamos un palo amenazante de romper la vidriera, santiago menguaba las más ricas rabas.
Una pelea interna se suscito por las drogas, igual yo ya tenía la panza llena, decidí tomar distancia de los cinco, pero me quedé sin casa.
El Parque Rivadavia tiene unos puestos de chapa verde donde se venden libros y forman varios pasillos. Por la noche comenzó a llover tupidamente, y me puse a dormir en el interior de un pasillito que se forma entre local y local. El guardia del parque vino y me echó, tenía un cuchillo de guerra en el cinturón. Hay un puestero que es muy viejo, con larga barba y pelo, parece un vagabundo, tiene un perro. Yo eche a patadas al Chihuahua y me metí en su cucha a dormir, pero el puestero canoso me sacó del cuchitril, amablemente pero me sacó.
En el Parque Rivadavia hay un boulevard de cemento, con bancos de ladrillo. De la nada al lado de esto, encontré un colchón con frazadas, la almohada tenía florcitas así que me puse a dormir.
Sorpresivamente, me echaron a las horas, un gran chorro de nafta y unos neonazis intentaron prenderme fuego. Luego fueron corridos, perseguidos por mí y mi inseparable barreta de metal. La lluvia se había detenido.
Santiago y sus amigotes volvieron, se habían robado de una juguetería varios revólveres de plástico, tiraban balines y tenían miras de láser. Nos pusimos a jugar a la guerra y a veces apuntábamos a algunos transeúntes que se asustaban. Nosotros nos tentábamos de risa.
Yo di vuelta el colchón y me puse a dormir hasta la mañana siguiente que me despertaron los griteríos de los niños del colegio.

Prófugos

Yo corría desesperado por los pasillos de la villa, hasta que me encontré encerrado por un murallón, las ideas, y los sentimientos se retuercen en incoherencias, solo respiras pequeños hilos de aire, para poder seguir corriendo.
Salté el murallón dejando mi revolver con las cargas vacías atrás.
Cuando ser un prófugo se instala en tu vida como pestañear, uno aprende a dónde saltar.
No sólo salte el murallón y logré escapar, sino que, por la noche me escondí en un boliche, el salón de los sabandijas descarriados, también salté, al círculo de los rompecorazones que se forma en una discoteca.

Termine riéndome en la oscuridad con una chica, luego, viéndola bailar sobre una mesa, mis ideas empezaron a cobrar coherencia y forma.
No hay nada que decir cuando vienen los tiempos duros, los tenés que vivir como la antesala de la felicidad, nada es sublime, nada se enaltece en la existencia humana, cuando perdés el control. Los prófugos siempre fueron como grandes héroes, anónimos para mí, lo fueron hasta que me convertí en uno de ellos.
Comenté esto a todo el mundo esa noche, pero, a nadie le importó nada, mucho menos ,supongo, a los policías que me persiguieron, las sirenas, el cerrojo, todas las marrocas del mundo detrás de mí. Me imaginé a los policías, sosteniendo las esposas abiertas, hambrientas, pero éstas nacieron así, abiertas con la forma de pensar de la gente, así que, no condené a nadie por su desinterés, ni a mí mismo por ser un prófugo.
Una tarde, a los pocos días arroje, entupidamente una botella de cerveza en una plaza, unos policías, cuatro en total corrieron detrás de mí, el frenesí de la adrenalina llega a la mente, y las ideas se desdibujan, un prófugo no puede ni siquiera ver, queda uno semiciego intentando escapar, por suerte lo hice.

Por la noche llegué al boliche, a ver a mi choca baila y blah , blah, blah, es muy desesperante vivir en un boliche como si fuera el living de tu casa, no poder disfrutar de la paz de un hogar dulce hogar.¿ Cómo tener una casa cuando uno no puede mostrar su documento para alquilar aunque sea la más rasposa y húmeda habitación?, las ideas cobraron forma nuevamente esa noche.

No elijas caminar por tu jardín recolectando rosas negras por el resto de tus días, como un tonto que paga su condena; perderte del banquete pordiosero de seguir corriendo, huyendo de la ley. Aprendete la lección de juego, es fácil, simple, sólo te queda gritar para recobrar la conciencia y poder escapar.
No hay culpa, no hay remordimiento, no hay piedad, solamente acostumbrarse al cambio de pies, como una serpiente, y ser infiel con una lengua elegante pero vívida.
Yo no comenté mas nada en la noche, solo vi bailar a mi choca sobre un mesa.

Naturaleza

Yo viajaba en una camioneta con rumbo a la cosecha, a trabajar en la misma, entonces vi una plantación de girasoles oh! Que hermosos girasoles, transmitían mirando al sol un poco indistintamente un clima festivo, parecían bailar un alegre vals al mecerse con el viento, poseían unos colores que te impulsaban a aplaudir.

Oh! , que bellos son los valses de los girasoles. Yo llegue a la cosecha de la naranja y me enamore de las naranjas!. Que eran color naranja furioso, brillante, un naranja casi flúor, no esas despreciables naranjitas que piden piedad. Estas no solo eran exageradamente grandes sino que tenían un gusto muy dulce y balanceado. Son naranjas de exportación, te hacían sentir un privilegiado al saborearles.

Había unos caballos galopando, que hermosos caballos tobianos, con ese pelaje que, sorprende por su brillo, trasmitían una gran libertad al verlos galopar. Hacia la famosa tierra adentro. Daba ganas de no volver a la civilización, como dicen todos los pueblerinos. Yo subí a la camioneta y, regresando a casa que ya era de noche, mis hermosos girasoles estaban cabizbajos, tristes, algunos entrelazados entre sí, parecían monjes confesando sus pecados, trasmitían tanta tristeza, hasta encontrar el sol de la mañana. Dos girasoles entrelazados parecían llorar; pero comprenderse.

Por la noche con mi hermano fuimos a dar una vuelta por los ranchitos de los barrios bajos, encontrando una luna en cuarto menguante, la luz se reflejaba sobre las casitas haciendo que brillaran. Por la mañana salí a caminar por el basto y verde campo y , de una gran polvareda, salió una camioneta del medio, pero nunca vi en mi vida una polvareda tan exacta para hacer un marco, es el marco perfecto para salir por el medio e irrumpir como un ángel o trasmitir eso.
En busca de más me fui a la costa, y el agua era de un marrón vertiginoso, el muy embravecido oleaje, parecía fauces que se iban a tragar los botes precarios de los isleños. Pero éstos llegaban y parecían acrobáticas medias nueces flotando.

Las florcitas silvestres de colores varios y luminosos, parecían los ojos de las chicas enamoradas. Con la brisa parpadeaban soñando con besos, y los islotes con las anguilas a su alrededor :un luminoso pelo.

Tatooed

Yo no estaba en mis cabales ese día, sentado en la base de cemento cercana a las escaleras de la galería, así que aburrido, me puse a pensar.
- ¡Quiero una palabra que lo represente TODO, un profesor tan sabio como la naturaleza, ah!, ya está! – dije, y me dirigí hasta el local de tatuajes de Fernando, éste sonrío al verme como todos los días.
- ¿Cuánto me cobras para ponerme WILD en el estómago con pigmentos de los mejores?
- Para vos barrilete!, 20 pesos por letra -dijo Fernando, y comenzó a armar la máquina electromagnética para tatuar.
Yo me recosté en la camilla; Sergio puso una graciosísima cancioncita que decía:
“¡Lanza, lanza perfume, lanza, lanza perfumes!”, era una canción brasilera que la había encontrado en sus viajes.

-No hay dolor, yo soy anestesiólogo, así que te voy a tatuar salvaje en ingles, y lo único que te va a doler son las agujas de la anestesia! –aseguro Fernando.
-La sensación era tan gratificante, que hubiera querido que la anestesia se propagara por todo mi cuerpo. Sergio tomo un pañuelo, roció el mismo con el líquido del muy afamado lanza perfume brasilero, y las cosas se empezaron a desdibujar ante mis ojos.
La Cordobesa era una chica muy bonita, con pelo corto, ojos de un negro Intenso, lo mas gracioso fue que entro al local, y se saco el corpiño.
-Ves este aro en mi pezón, bueno, ahora quiero un expandir, y otro aro en mi otro pezón! –propuso ella con su agradable vocecita. -, ¿Estamos?
Los dos terminamos corriendo de una troupe de travestis ladrones ese día, en el piso de Pablo vivía un narcotraficante. Los asaltos, las sirenas de la policía, el griterío de los damnificados, los autos frenando para levantar travestis era la sinfonía que acaramelaba nuestra existencia en el monoambiente

domingo, 21 de marzo de 2010

El Faro del Fin del Mundo

Veo una luz intermitente y seductora,
Como el canto de la sirena.
El atolón de cemento negro no se mueve,
Erguido como un titán.
Un ciclope destructor de las gloriosas jornadas Bacanales,
Con cientos de restos de barcos partidos a sus pies,
Como calaveras que expresan miedo.
Las piedras son látigos,
Pesuñas que atrapan el sabio corsario
Pasmado de haber visto a los muertos remando,
En barcazas, sosteniendo luces y,
Naufragando como luciérnagas en la noche a su alrededor.
Escucho una sirena estridente,
Sueno como un trofeo de guerra.
Volviendo la cálida lluvia de verano en tormenta.
Es un océano embravecido a través,
De las oscuras tierras de la conciencia.
El pirata prófugo arremete feliz contra el cíclope,
El famoso faro del fin del mundo,
Soñado con, la eterna libertad.
Pero es devorado, junto a su desenfrenada tripulación:
Este Truan pasa a ser una enternecedora bailarina clásica;
Corre despavorido hacia sus cofres,
Llenos de monedas de oro,
Para envejecer y morir ahogado y, así,
Cumplir con el papel principal del cíclope, del titán,
Del faro que no toma este hecho como una bendita ofrenda, sino,
Que ya no disfruta de su crueldad pero sigue y sigue engañando y destrozando,
Maestros de la navegación ,
Como un pequeño y permitido vicio.

P.D: para el beat, y, sus amigos que no dejan marchitar el bosque, oh!, baby,
Baby, be blue; the thin blueline is short but, is trong!.

Teatro

La gente disfruta de la luz de la luna, del brillo del sol, de la lluvia desde su ventana con un té en la mano, yo no!. Paralelamente a esto hay un lugar, son los pasillos que conducen al baño de la galería Bond Street.
Lo más importante es que, se forma una habitación rectangular, llena de graffittis en sus paredes, las pintadas se superponen formando un hipnótico arco iris artificial.
Hay una caja fuerte muy grande que descansa en el puente de graffiti. Caja pintada por el artístico aerosol que lo inunda todo.
Yo me siento ajeno al mundo porque hay una puerta, que no está pintada y por la misma aparecen mis amigos como si fuera una obra de teatro, algunos entran como si fuesen a protagonizar una comedia, otros como si estuvieran en una tragedia cabizbajos. Es hermoso ver entrar a Ayelen, haciendo gestos clásicos de que todo está loco a su alrededor, o ver a Juan Manuel entrando con su skate en el aire, demostrando que es numero 60 en el mundo, un gran skater.
Sergio entra mostrando tibiamente su cabeza un poco paranoico; él y yo, y a veces todos, jugamos a abrir y cerrar la caja fuerte. Sergio sabe la combinación y después de fumar porquerías, la repite una sola vez, a veces gano, y a veces no me la acuerdo, así paso los días con mis amigos.
Hablando de cosas importantes, un día fui hacia la caja a sentarme, pero quedé más que atónito bajando las escaleras.
Un africano, de largas rastas estaba sentado en la caja, hasta se podía decir que esperándome. Usaba un bastón negro con una calavera de serpiente como mango, sus muñecas estaban rodeadas de pulseras con huesitos, y estaba fumando mientras hacía musiquita con los huesos. Todos los yonquis asustados me despabilaron y propusieron que el eterno barrilete de la bond street hablara con él, y su demoníaca presencia.
Yo con mucho miedo me acerque y él hizo unos gestos, señalando que tenía todas las respuestas filosóficas en sus manos.
-fumas? Preguntó el demonio africano como le decían los yonqis- humm?
- y si! ¿ Cómo te llamas?
- tom- respondió acariciando la calavera de su baston- ji ji ji! Groovie!
- perteneces a alguna religión?
- si soy bodo
- contame de algun ritual- propuse yo realmente asustado, los yonkis esperaban con su respiración entrecortada. – no soy policía, soy curioso, off!
- nosotros hablamos con los muertos, nos comunicamos incorporándolos, si el muerto fuma, nosotros fumamos, si el muerto tomaba, nosotros también. Ellos siempre nos dejan algún mensaje en nuestro oráculo, y yo le hago caso.
- y la famosa pata de gallo en la puerta colgando qué es?
- eso es un advertencia para nuestros enemigos, si no se alejan los atrapamos, y los dejamos zombis.
- nosotros no matamos a nadie, simplemente los inutilizamos.

Los yonquis salieron corriendo, yo intrigado me quede. Aparte la marihuana de su país sabía tibia suave y rica, yo estaba groovie, realmente hip!
Todo lo que me rodeaba se volvía tenebroso, así que, me senté a esperar por el próximo actor imaginario en mi teatro.
Renzo entró con aires de gran señor, parecía un mafioso italiano muy arquetípico, y a pesar de verlo durante más de diez años en la galería, nunca había hablado con él.
-la gente me pregunta que es ser un verdadero heavy- dijo él lanzando una gran bocanada de marihuana- les contesto siempre lo mismo, es estar mas allá de la justicia, no ser solo un delincuente, oh no!, la justicia no seca ni limpia el dolor de un ultrajado, la venganza si, así que soy vengativo. A sabiendas de sus consecuencias.
- sí, tengo el punto de vista, pero es sólo una clase de ignorancia, la justicia lo es y la venganza también, dije, y me fui a caminar por los pasillos de las Gales, para que todo el mundo me salude bajo el sobrenombre de : ¡barrilete!

Azul Eléctrico

Existe una plaza en el barrio de Flores con hermosos árboles de palta, algunos pinos, una calesita, un arenero con juegos, y unos banquitos con mesitas donde paraba yo.
Por los años ochenta era un heavy metal, pero me juntaba con unos rollingas que soñaban con ver a The Rolling Stones en vivo, también, salían a robar para juntar dinero y viajar a Inglaterra para verlos.
Yo necesitaba una remera que me identifique, como todo heavy metal solía usar por esa época y encargué la mejor remera de Metallica importada. Luego de esperar durante dos semanas fui a buscarla, y me salió una fortuna. Tuve que caminar desde Flores hasta Lugano, ya que me quedé sin dinero para el colectivo. Unos cuantos kilómetros para llegar a mi casa.
La pileta climatizada del parque Chacabuco estaba cerrada en esa temporada; pero a uno de los rollingas se le ocurrió entrar por la ventana, y así, nos bañamos en el agua azul eléctrico. Pasamos tres horas de sana felicidad, nadando, jugando carreras, chapoteando en el agua, y canturreando canciones de los Stones.
Sorpresivamente entraron unos guardias de seguridad, con bastones y todo. Los rollingas y yo corrimos hacia la ventana, juntamos entre todos la ropa, pero momentos antes de saltar cayó mi remera de Metallica y tuve que decidir si me quedaba con la libertad o con la remera. Elegí la remera.

Los guardias de seguridad nos encerraron en un vestuario y luego terminamos esposados en un móvil de la policía.
Descubrimos en la comisaría que éramos menores de edad. Que estábamos muertos de frío en una celda y que nos iban a quedar antecedentes.
Fue la primera vez que vi a un adicto intravenoso, sus venas estaban reventadas y con infecciones. Mis padres me sacaron a las pocas horas, y así fue como yo caí preso por primera vez.
Una tarde intentando robar un local de ropa, estos rollingas terminaron presos, y también sus sueños de ver a The Rolling Stones; yo esa tarde estaba a cuadras de distancia en una galería, desde eses entonares hay un vacío muy grande en la plaza misericordia.
No olvido cuando nos subíamos al árbol de palta para escondernos de la policía y las interminables guerras de escupitajos.
“¡hay muchas bandas de rock en el planeta pero the Rolling Stones genera cualquier locura en sus fanáticos para sentirse más cerca de ellos!” pensé cuando regresé a ver si encontraba a alguién después de muchos años.

Brunnette

Yo conocí a Brunnette en un boliche, hablando y tomando tragos. Los dos repentinamente terminamos en mi casa, lo cierto fue que cuando terminamos de hacer el amor ella me dijo: “esto se lo voy a contar a todo el mundo, sabelo”
-si fácil, yo les voy a contar que pareces sacada de una comedia norteamericana.
-no te hablo de eso, es más profundo, es la teoría de mi vida. Yo le cuento todo a todo el mundo, todo lo relacionado con mi vida. Si hay algo que no se pueda contar es porque perdiste el camino, la integridad- dijo destrozándome los pómulos a pellizcones.
-si, fácil, y¿ qué más?-dije yo soñando con un anillo de bodas.
- es una herramienta, no es como un arma, es algo importante que no sé de donde lo aprendí; pero no es un juguete. Es la teoría de la vida para mí, así que podes contárselo a todo el mundo. Siempre tenés que esperar que todo el mundo vaya hacia vos, para contarle, fácil como vos decía la historia de la vida. Es muy básico y elemental; pero mi herramienta me mantuvo en el camino hacia el supuesto cielo por más de treinta años- aseguro Brunnette, con sus violentos pellizcones.
- fácil, mi vida te la puedo contar de cabo a rabo, pero no es una vida limpia. Hice cosas sin justificación alguna, no es tampoco una vida gloriosa, pero la puedo contar- dije soportando sus impulsivos pellizcones.

Así que los años pasaron recordando a Brunnette y la teoría de su vida. Yo me la paso arreglando varias cosas. Los años pasaron y yo caí en la cárcel. Así que la llame por teléfono.
- voy a sobornar a jueces y fiscales, voy a lograr que te dejen libre de alguna corrupta forma, pero eso no se lo voy a poder contar a todo el mundo. Yo voy a cambiar, me voy a crucificar, pero es tu libertad
- Yo solo te llamé para escuchar un rato tu voz, no voy a permitir que pase eso, y se lo voy a contar a todo el mundo- aseguré, y corté la comunicación.

Me reintegré a mi celda pensando que, aunque me cueste la libertad, no iba a romper o destruir la integridad de una persona. Empecé por primera vez en mi vida a sentir un amor responsable, y eso se lo puedo contar a todo el mundo Brunnette.

Párpados

Yo tengo dos ojos como casi todo el mundo, bastante se ha hablado de ellos en mi vida. En los párpados de mis ojos, se encuentran dos bolsas de lágrimas contenidas desde hace años, nunca supe porqué se produjo ese efecto, los años pasaron tratando de desarmar mi flagelo.
Durante muchos años les he aplicado frío en cubos de hielo, hasta fabriqué unas cubeteritas con las formas de las cuencas de mis ojos; pero fue inútil.
Yo comencé a aplicarles calor como por accidente, un día, calentando un poco de agua, se me calentaron las manos, y al posarlas sobre las insufribles lágrimas tuve una leve mejoría; pero siguen ahí. El origen de esta desgracia sigue ahí también, dando vueltas por el aire, y no lo puedo encontrar.
Yo recurrí a terapia y a químicos, legales e ilegales, ¡todo fue inútil!
A veces es predecible el movimiento de estas lágrimas, entonces recurro a la hornalla más cercana; pero con los años adquirieron vida propia. Las lágrimas disparan un intermitente dolor en el pecho, siendo insuficiente el calor y el frío, también la terapia o los químicos.
Esta vez encuentro una gran verdad, sin embargo el camino me ha llevado a tomar decisiones arriesgadas, hasta meterme en una gran desventura para poder terminar llorando. A su vez, estas desventuras han logrado que las lágrimas sólo se estanquen solidificándose como cemento.
Yo con el tiempo busqué y busqué, nadando en mis ideas, un camino completamente exitoso. Encontrándome sin salida calentando mis manos en la hornalla, llegué a la conclusión de que hoy no voy encontrar el llanto o la salida, si mañana y, así vivo los días, por suerte esperando el mañana.
Por fin con el correr de los años descubrí que, estas contenidas y torturantes lágrimas contenidas, son el resultado directo de la incertidumbre por el pasado muy pecaminoso y sus consecuencias futuras desgarradoras. Todo este flagelo se construye a partir de las suposiciones que genera la incertidumbre. Logré destruirlas, producto de las suposiciones y todo ese laberinto.
Pero las lágrimas siguen ahí, punzantes. Esperando a la menor de las suposiciones y errores para volver a ser corrosivas con el destino que uno siempre trata de evadir.Así y todo, yo tengo la más importante de las armas, la esperanza y la paciencia, todo esto conjugado suele ser el mejor de los antídotos ante la más grande de las barbaries, mis pulsiones de destrucción

Sun, sunny face

Ayer los llamaban: manicomios, loqueros, cotolengos; hoy, se los llama intelectualmente, elegantemente: institutos neuropsiquiátrico; pero, los que estamos adentro seguimos siendo los mismos y se nos trata igual o peor.

Solo somos un número en una carpeta, con un diagnóstico erróneo y le cambian el cartel a la puerta del hospital, solo para aliviarle el dolor a los que están afuera.
Acá te van unos autobiográficos, espero que los disfrutes con todos los: radiototalnormales y, gracias por darte cuenta de nosotros y nuestras fragilidades.